Villa-Rojo: “Ya nos toman en serio”

ABC jpg webpJesús Villa-Rojo, compositor, virtuoso del clarinete, director fundador del LIM (Laboratorio de interpretación Musical), ha recibido a sus cincuenta y cuatro años el Premio Nacional de Música, que concede el Ministerio de Cultura. La noticia del premio ha coincidido con las ultimas sesiones del vigésimo ciclo de conciertos del LIM. “De este reconocimiento me satisfacen especialmente dos cosas -dice Villa-Rojo -. Por una parte, este premio demuestra que las instituciones están en su sitio, cumpliendo con su deber de permanecer atentas a lo que ocurre. Por otra, me hace mucha ilusión saber que mis propios compañeros, los compositores, los músicos, los musicólogos, que son los que proponen el Premio, se han fijado en mi”.

Comparte usted el premio con el cantaor Enrique Morente. ¿Qué le parece que por primera vez se otorgue el Premio Nacional a un intérprete de flamenco?

– Tengo un respeto grande por toda la música, sin entrar en tendencias, géneros, ni siquiera en culturas. A lo mejor hay instituciones o personas a las que no les parece tan bien lo del premio a Enrique Morente, tal vez tampoco el mío, pero yo lo considero algo muy positivo, sobre todo tratándose de una figura de la talla de Morente. El flamenco es una parte muy importante de la cultura española y la gente lo tiene en cuenta. Es importante institucionalizar este reconocimiento, mediante el Premio Nacional de Música o de cualquier otra manera.

Veinte años lleva usted al frente del LIM, y organizando con él un ciclo anual de conciertos. Es una marca respetable en este reino de lo efímero.

– Sí, y además es una gran satisfacción. No ha sido muy fácil, ni se muy bien cuánto es en realidad lo conseguido. Si se que se ha hecho con muchos esfuerzos y superando muchos problemas.

¿Seguirá habiendo ciclos LIM por mucho tiempo?

– Cualquiera sabe, pero yo desde luego no estoy ni cansado ni aburrido. Además, siempre se pueden renovar las cosas y buscar otros enfoques. El LIM del primer ciclo se parece muy poco, en cuanto a intérpretes y planteamientos, a este del vigésimo, y hemos atravesado muchas etapas intermedias también muy distintas entre sí. Hubo épocas más experimentales, mas agresivas. Hace unos años, la utilización de ordenadores y de vídeos resultaba novedosa, y nosotros hicimos nuestros pinitos en ese terreno. En estos momentos, el LIM es un grupo casi convencional, que hace todo tipo de música, de todas las tendencias y épocas. Sin embargo, son todavía tantas las lagunas que no queda más remedio que seguir difundiendo aspectos desconocidos de la música reciente.

¿Diría usted que la evolución del LIM ha corrido paralela a la de la propia creación musical?

– En una buena medida, así es. El siglo XX, lleno de contrastes, de tendencias que van y que vuelven, representa un continuo remover de planteamientos tanto técnicos como estéticos. El LIM está yendo cada vez más hacia la síntesis, hacia la reunión de todas las diferentes tendencias y estilos. El LIM, efectivamente, ha estado pendiente de lo que estaba ocurriendo en cada momento, y yo creo que es bueno que sea así.

En este remolino estético, ¿dónde se sitúa el Villa-Rojo compositor?

– Es curioso que mis ideas como compositor se van reflejando, sin pretenderlo, en la actividad del LIM. Uno se va ocupando en la composición de ciertos temas y resulta que están en relación con lo que uno mismo hace como intérprete. A mi me interesan mucho todos los aspectos culturales de la música, su relación con las demás formas de cultura, y toda la riqueza de la música española, que sigue estando bastante desconocida. Me interesa también sintetizar todo lo que he hecho. Mirando el catálogo propio se da uno cuenta de que ha hecho bastantes cosas. Algunas, vistas desde fuera, parecen contradictorias entre sí, pero yo las encuentro muy bien relacionadas y coherentes.

POR LOS MEJORES CAMINOS

¿Como describiría usted el momento actual de la composición?

– Creo que está discurriendo por los mejores caminos. Se está tratando de encontrar vías de relación con el público. Se va imponiendo la idea de que el compositor no es un personaje que trabaje para sí mismo, o para un grupo de colegas, sino que cada vez más el compositor piensa en el intérprete, a quien siempre hay que tener en cuenta, y piensa también en el público. Creo que eso está empezando a dar buenos resultados. Ha habido algunos años de vacío, de cierta crisis, pero yo creo que se está recuperando la credibilidad y que el público está empezando a darse cuenta de que la relación entre la música contemporánea y la sociedad se está haciendo más viva.

Es usted autor de varios tratados sobre la técnica clarinetística, en los que se muestra como un pionero de la extracción de nuevos timbres del instrumento. ¿Qué ha quedado hoy en día de todas aquellas formas nuevas de tocar el clarinete?

– Queda todo. Satisfecho, pero sin ningún tipo de pedantería, debo decir que ha quedado todo. Han pasado veinte años desde aquel tratado que publique con el titulo de “El clarinete y sus posibilidades”. Habría que reformar ciertos aspectos y actualizar algunas cosas, pero básicamente está vivo. Hay muchos maestros que se muestran muy celosos con sus técnicas. Saben hacer cosas extraordinarias y las consideran como exclusivas suyas. A mi esto no me pasa.

¿Se considera clarinetista o compositor?

– A los veinte años, cuando gané el Premio Roma de composición, prácticamente dejé mi carrera de clarinetista. Vendí los instrumentos y me centré en la composición. Después me fui dando cuenta de que había mucho que hacer y que descubrir con el clarinete y me fui reenganchando.

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